Durante el primer año del conflicto, Serbia pudo resistir las ofensivas austriacas tras la declaración de guerra.
Pero en el otoño de 1915, las potencias centrales, a las cuales acaba de unirse Bulgaria, lanzan una ofensiva conjunta que provoca el derrumbe del frente serbio.
Las fuerzas franco-británicas, que se desplazan de los Dardanelos hasta Salónica, no consiguen entrar en contacto con el ejército serbio, el cual, por temor a verse atrapado, emprende una retirada dramática a través de las montañas de Montenegro y Albania.
Los soldados serbios, rescatados en la costa adriática por buques aliados, son llevados a Corfú y luego a Salónica. Conforman allí, con las tropas franco-británicas, el ejército de Oriente que permanecerá in situ hasta la ofensiva del otoño de 1918.
De momento las potencias centrales controlan todo el corazón de los Balcanes y disponen de una red de comunicaciones eficaz con sus aliados búlgaros y turcos.