Durante el episodio napoleónico, Escandinavia sufre varias modificaciones territoriales. En 1809, Rusia se apodera de Finlandia en detrimento de Suecia, adversaria de Napoleón. Cinco años más tarde, en 1814, Suecia obtiene de Dinamarca, aliada de Francia hasta el final, el territorio noruego incorporado al danés siglos atrás.
El Congreso de Viena confirma estos cambios territoriales, pero los noruegos no renuncian a reafirmar su identidad. En 1884 obtienen la instauración de un régimen parlamentario y en 1905, a consecuencia de un diferendo en materia de política extranjera, el Parlamento noruego deroga la unión con Suecia.
Las autoridades suecas renuncian al uso de la fuerza. Enseguida, mediante un plebiscito, los noruegos confirman su voluntad de independencia de forma casi unánime.