El reino de Polonia conoce su apogeo en los siglos XV y XVI cuando, asociado con Lituania, se extiende del Báltico al mar Negro.
Luego se ve considerablemente debilitado tras una larga serie de conflictos con sus principales vecinos, Rusia y Suecia.
A finales del siglo XVIII, una serie de divisiones acaba de desmantelar el país en beneficio de Rusia, Prusia y Austria.
Napoleón crea en 1807 un efímero Gran Ducado de Varsovia que desaparece con la derrota del emperador.
El Congreso de Viena mantiene el principio de la división de Polonia, creando sin embargo un pequeño reino llamado « Reino del Congreso » bajo tutela rusa.
A consecuencia de las revoluciones parisina y bruselense de 1830, los polacos se sublevan, expulsan al virrey Constantino, hermano del zar, y proclaman su independencia.
A pesar de la movilización de la opinión pública a favor de la causa polaca, ante todo en Francia e Inglaterra, las potencias europeas no intervienen cuando las tropas rusas aplastan el movimiento nacional polaco y retoman Varsovia el 17 de septiembre de 1831. A la represión implacable sigue una intensa política de rusificación, que hace del reino de Polonia del Congreso una simple provincia rusa.