Un ejemplo de un mapa animado

Las octava y novena cruzadas


Durante los años 1260, el sultán mameluco Baibars amenazaba a lo que quedaba de los Estados latinos de Oriente, y varios papas sucesivos llamaron a la cruzada.

A principios del año 1270, el rey de Francia, Luis IX, decidió partir nuevamente hacia Oriente, aunque algunos señores occidentales mostraron poca confianza ante tal proyecto.

En julio, las tropas cruzadas se encontraban en Cerdeña bajo el control de Carlos de Anjou, rey de Sicilia y hermano de Luis IX. Una vez allí, el rey de Francia anunció que el primer objetivo de la cruzada era la ciudad de Túnez, y ya no la Tierra Santa.

Aún hoy se discuten las razones de tal decisión. Quizás la decisión fue tomada para obtener la conversión del sultán de Túnez y luego atacar Egipto o, quizás, para permitirle a Carlos de Anjou aumentar su autoridad al sur del Mediterráneo…

Los cruzados alcanzaron la costa africana el 18 de julio y se apoderaron rápidamente de la ciudad de Cartago. Pero Túnez estaba fuertemente fortificada y el sultán no pensaba convertirse ni entregarse. El asedio se prolongó bajo el largo calor del verano. Los cruzados sufrieron diversas enfermedades y el mismo rey muere el 25 de agosto.

Carlos de Anjou llegó la víspera con refuerzos, logró vencer al ejército tunecino y obligó al sultán a negociar.

El 30 de octubre concluyeron un acuerdo. El sultán pagaba una indemnización considerable y se comprometía a pagar un tributo regular al rey de Sicilia y a dejar a los mercaderes cristianos comerciar libremente en su reino. Una vez obtenido este acuerdo, los cruzados se retiraron de la llanura de Túnez el 11 de noviembre.

Cuando Baibars se enteró de la muerte de Luis IX, retomó las ofensivas contra el condado de Trípoli, tomó Chastel Blanc, luego la poderosa fortaleza del Crac de los Caballeros y asedió Trípoli.

En aquel momento, llegó a Oriente el príncipe Eduardo de Inglaterra, quien había tomado la cruz unos meses antes. Esta novena cruzada es tradicionalmente considerada como la última cruzada en Oriente.

En cuanto llegó, Eduardo despachó embajadores a Abaka, el kan mongol dueño de Persia, para acordar una alianza contra los mamelucos.

En octubre de 1271, Abaka envió varios miles de caballeros a Alepo. Al mismo tiempo, Eduardo dirigió sus tropas hacia Qaqun con el propósito de obligar a las tropas mamelucas a dividirse.

Pero los mamelucos no mordieron ninguno de esos anzuelos. Los mongoles saquearon la región de Alepo, pero se negaron a librar batalla a las tropas de Baibars, que se habían reunido alrededor de Damasco, y terminaron replegándose.

Por su parte, el ejército dirigido por Eduardo se encontraba demasiado débil para asediar una ciudad, por lo que después de algunas maniobras se replegó hacia el litoral.

Eduardo logró negociar con Baibars, quien concedió a los Estados latinos una tregua de diez años. Así, a fines de septiembre de 1172, el joven príncipe inglés pudo volver a Occidente. Su cruzada no tuvo ningún efecto militar pero permitió acordar una prórroga a los Estados latinos. Fue solo en 1192, veinte años más tarde, que los mamelucos terminaron de reconquistar todo el litoral sirio.