Un ejemplo de un mapa animado

Las primeras comunidades cristianas (siglo I)


Después de la muerte de Jesús se forman los primeros grupos de cristianos en Jerusalén y Galilea. Más tarde, algunos miembros se dispersan y transmiten el mensaje cristiano entre las comunidades judías de la diáspora.

La difusión del cristianismo en la diáspora mesopotámica se realizó por Antioquía y Damasco. Probablemente, se formó una comunidad cristiana en Babilonia, y también es posible que se hayan formado comunidades en Armenia y Georgia.

Se observó un segundo eje de difusión en Asia Menor, desde la meseta de Anatolia hasta las ciudades helenizadas de la costa oriental, como Éfeso. También se organizaron comunidades en Macedonia y en la península griega.

El tercer eje de difusión hacia el sur se expande por la zona dominada por Alejandría: Egipto y la costa africana, hacia Cirene.

La nueva religión también llegó a las comunidades judías de Roma, antes del año 50. La capital serviría entonces de relevo para la difusión del cristianismo en las provincias occidentales del Imperio.

En Palestina, alrededor del año 44, estos grupos obedecían a la autoridad de Santiago el Menor, establecido en Jerusalén y conocido como el "hermano de Jesús". Estas primeras comunidades se llaman judeocristianas porque el cristianismo era entonces solo una de las tantas “sectas” o escuelas judías.

A partir de este momento, surgieron disensiones entre los judíos de cultura griega —los helenos— y los judíos de cultura hebrea o aramea —los hebreos.

En el año 48 o 49, en Jerusalén, tuvo lugar un debate entre el heleno Pablo y el hebreo Santiago el Menor sobre qué lugar conceder a los no judíos. Pablo estimaba que es posible convertirse en cristiano sin seguir las reglas religiosas judías, sobre todo, la circuncisión. Santiago aceptó, pero a condición de que los convertidos no realizaran ningún sacrificio pagano.

En el año 66, los judíos zelotes se sublevaron contra la autoridad de Roma. En el 70, después de un largo sitio, las legiones imperiales tomaron Jerusalén. El Templo, centro de la fe judía, fue incendiado. Las distintas sectas judías desaparecieron, salvo la escuela farisea, que se convirtió en escuela rabínica.

Una vez más, entre el año 132 y 135, la guerra hizo estragos en Palestina.

Los cristianos sacaron provecho de la derrota judía ya que consideraban que la destrucción de Jerusalén y la expulsión de los judíos de su capital era un acto de Dios para castigarlos por la muerte de Jesús.

Los dos cultos divergen definitivamente en religiones distintas.